Esta casa evita repetir las inconveniencias de nueve casas distintas que el cliente, como buen piurano amante de la playa Las Pocitas, había alquilado en sucesivas temporadas. Como me hizo ver durante tres días de visita, a Máncora se va “en mancha” (dos o tres familias a una sola casa) y todos las casas contaban con solo un disputado dormitorio principal. Además, carecían de tendales, de privacidad entre baños y dormitorios, de amplios comedores integrados a la cocina y de cómodos ambientes para guardianía.

El proyecto resuelve todo esto al separar físicamente el área común del área privada. La primera, en desniveles y bajo un gran techo, alberga los ambientes sociales y de servicio mientras que la segunda se plantea en tres módulos separados idénticos. Cada uno cuenta en el primer piso con dormitorio para seis personas, baño privado y tendal integrado, al cual se llega por una terraza techada, y en el segundo piso se ubica el dormitorio principal, con balcón privado, igual baño y tendal, al que se accede por una escalera lateral exterior. En estos módulos se hospedan hasta 24 personas en un ambiente distendido e informal, atendidas por el guardián y su esposa, que cocina un exquisito repertorio de platos marinos.